A continuación exponemos la última parte artículo publicado en la web http://www.estodotuyo.com/, relato sobre la vida cotidiana durante la primera mitad del siglo XX.
Arco iris breve.
Miguel Ángel Sosa.
De todas las calles, desde el Moñigal a la Portadilla, bajaba la gente con sus almidonados trajes de domingo, confundiéndose en la algarada de ventorrillos, puestos de turrones y garapiñadas, cucuruchos de manices y roscas, calamares asados y chocos, manzanas derretidas en caramelo y chochos. A todo ello daba un toque de alegría las banderas de trapo y papel que pendían de alféizar a balcón, de gárgola a azotea; mezclados con tiras de bombillos que, acostumbrados a tantas fiestas, seguían con un ritmo intermitente los bullangueros temas de la banda de Agaete. Todo era un desborde de alegría, bailes, gritos… paraditas para echarse un pizquito o una tapita en los ventorrillos o a cá Juanito. Atraídos por los olores penetrantes del pescado en adobo, las aceitunas en mojo, las carajacas, el pescado frito…
Y los demás se reían, conocedores de que los premios de las croquetas consistían en las espinas de la masa. Juanito, pachorrú, seguía la coña, adherido siempre a su barriga como una la lapa a la piedra.
-¿Qué, Juanito, ya está la cochina llena? –preguntaba otro-. Y una vez más las risas, procedente de un grupo de sabedores de que se refería a una lata donde guardaba el dinero y que desapareció una mañana no se sabe cómo.
La música había cesado, aunque se mantenían en pie pequeños grupos que hablaban y reían mientras los otros emprendían la procesión de vuelta a casa, con algún que otro tropiezo entre ráfagas de hipo.
Rompía la mañana envuelta en nubes pesadas y grises sobre un mar picado. Los artilugios de la fiesta: bombillos, banderas, toldos… eran agitados por la brisa, como si fuesen los únicos que permanecían con fuerza para continuar con la verbena.
Lolita, la médium del barrio, conocedora de ungüentos capaces de evadir cualquier mal, pócimas que conducían al logro del amor perfecto, presagios con visión de futuro…, repetía, balanceándose en su mecedora: Cuando los dragos florecen tarde, lluvias primeras causan desastres.
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