miércoles, 3 de marzo de 2010

LA PARTITOCRACIA NOS MATA

José M. Balbuena Castellano

Lo que ocurre en Canarias, debido a la ineptitud de algunos de los que nos gobiernan (porque no quiero generalizar) es bastante inquietante. Les pondré varios ejemplos, para que ustedes juzguen después.

En primer lugar les hablaré de una lucha de vecinos que rechazan unas obras ilegales y que se les ha impuesto, pese a su protesta. Me refiero a la macro cárcel que construyen en el Castillo del Romeral.
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Es posible que en Gran Canaria haga falta una cárcel, o yo diría más bien, un centro donde los que tengan algo pendiente con la Ley, puedan ser recuperados para reinsertarlos después en la sociedad. Para los que se consideren irrecuperables o peligrosos, después de una exhaustiva evaluación, habría que introducirlos en centros especiales, donde, al menos, puedan vivir con dignidad. Lo que ocurre ahora en España es inhumano. Se hace una especie de “totum revolutum” donde se mezcla a los presos, sin tener en cuenta la levedad o gravedad de sus delitos; sin tener en cuenta la masificación, sin mucho control carcelario y si darles mucha oportunidad para que cuando cumplan su condena se incorporen honradamente a la sociedad y no vuelvan a reincidir.

En el caso de la cárcel del Castillo, hemos visto que las iniciativas populares no valen de nada, o sea la auténtica democracia no existe. Se imponen las decisiones que vienen de la partitocracia, o sea de lo que decida el gobierno que en esos momentos gobierne en Madrid y tiene las competencias sobre esta materia. En Canarias sucede otro tanto, y así se detecta una cantidad de disparates que se realizan, no para beneficio del pueblo, como pretenden hacer creer, sino para fines poco claros, o beneficios de amigos y grupos de presión.
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Llevamos casi veinte años con un gobierno-pinza con espurios intereses detrás de sus decisiones legislativas, decretos o contemplación de espacios naturales, ordenación del territorio (que yo diría más bien desordenación).
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Por si les sirve de consuelo, en la Vega de San José se ha desatado una protesta por la construcción de un centro del Frontex, alegando, entre otras razones, que se instalarán peligrosas antenas que producirán radiaciones; que se ha ocupado un espacio que estaba destinado a estacionamiento o jardín; que las nuevas construcciones les resta visibilidad hacia el mar a las viviendas que están junto a esta obra. Y por último, que se construya una edificio militar, cuando la tendencia es que cuarteles, arsenales, etc. se sitúen lejos de las poblaciones urbanas, por razones obvias. Tampoco, en este caso, han valido las protestas diarias, lo que demuestra la imposición que se hace sobre los ciudadanos sin que se le escuche y se le den argumentos razonables que justifiquen acciones como las reseñadas.
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Tenemos otros múltiples los casos en Canarias, como Las Teresitas, el puerto que quieren construir en Granadilla; el catálogo de especies que deben ser protegidas en Canarias; el Caso Eólico; el Caso Faycán, la polución que genera la refinería de Santa Cruz, que mina la salud de los habitantes de aquella ciudad; los escándalos de algunos de los pactos para gobernar los cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, o determinados ayuntamientos de esas islas; el destrozo en costas, laderas y barrancos, etc. etc. Aquí sí que se podría confeccionar una auténtica lista de despropósitos.

Por si esto fuera poco, los partidos isleños mayoritarios se niegan a aprobar una ley electoral más justa. Con la actual, miles de votos y de ciudadanos se quedan sin representación en el Parlamento o en otras instituciones políticas, con la agravante de que, debido a esa ley, han quedado representados en este parlamento dos partidos: uno de la derecha más retrógrada PP-CC (Ati profundo) y el PSOE.
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Teniendo uno de las zonas turísticas más relevantes de Canarias, la isla de Gran Canaria debe soportar la cercanía de un vertedero; o una cárcel al ladito. Pero eso no es todo. Todavía no se ha resuelto en las costas del norte y del suroeste (y es probable que en algún otro lugar) el problema de los vertidos, de las aguas sin depurar, que discurren por los barrancos o van a parar al mar. Y si no las deplorables infraestructuras para casos de riadas y temporales que dejan al descubierto todas nuestras imperfecciones y manera anárquica de concebir un territorio, o una zona turística que se precie.

No entiendo como con tanto escándalo, con tanta aplicación sesgada de la democracia, con tanto disparate medioambiental, España pudo ingresar en la Comunidad Económica Europea. Así ahora, en época de profunda crisis, hemos quedado casi con el farolillo rojo de los países que la integran.

Lo más curioso de todo esto es la pasividad de la mayoría de los ciudadanos de estas islas, que son manipulados por los políticos, que están más entretenidos en diversiones, en el fútbol, en la televisión basura (nacional y canaria) que en defender su tierra, su patrimonio natural, artístico y cultural, su derecho a un puesto de trabajo y a una buena educación y preparación de sus hijos.

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