ANTONIO MORALES
Alcalde de Agüimes
Artículo publicado en La Provincia 3-04-09
El pasado domingo, 29 de marzo, el periódico La Provincia perió hacía una llamativa y protagonista llamada en portada hacia un artículo que en la sección de economía firmaba Javier Bolaños y que titulaba "el retraso del gas causa un sobrecoste de casi 200 millones en la factura eléctrica".
La verdad es que me sorprendió sobremanera comprobar que las inexactitudes eran casi una por renglón. Tengo que decir que yo en este periódico siempre he tenido las páginas abiertas cada vez que he querido opinar sobre el gas o sobre cualquier otro tema que he creído oportuno, pero ahora debo afirmar que este reportaje al que me refiero no era en absoluto inocente.
En un totum revolutum, se señalaba que el retraso en la implantación del gas genera un sobrecoste también en la factura eléctrica de 200 millones de euros, lo que significa que este encarecimiento "repercute en forma indirecta en la factura que pagan los usuarios", y ponía como ejemplo el que, en el último año, la factura haya subido un 19%. La inexactitud es tan burda que casi no merece un desmentido, pero desde luego tal afirmación es del todo incierta: el aumento es el mismo en el recibo de todos los españoles, se alumbren con gas, con fuel o con carburo.
Por otra parte, se argumentaba que el retraso en la implantación del gas perjudica a las grandes empresas con alta demanda de energía: otra falsedad. El gas sólo está previsto para las centrales de Juan Grande y Granadilla. Tendrían que pasar muchos años -antes se acaba el gas- para que eso pudiera ser posible. También incidía en que la contaminación por CO2 es mucho menor con el gas, obviando que libera metano, causante en mayor medida del calentamiento global; para que comprueben la veracidad de lo que les digo les recomiendo la lectura de "La venganza de la tierra" de James Lovelock, editorial Planeta (páginas 116 a 121). Para este científico, padre de Gaia, la manipulación y el transporte del gas produce escapes de metano "que es veinticuatro veces más potente como gas de efecto invernadero que el dióxido de carbono" y afirma que "si aproximadamente el 2% del gas natural usado cada año se pierde en fugas, a lo largo de un periodo de 20 años causa un pico de calentamiento global equivalente a quemar carbón en lugar de gas natural. Si la fuga supone un 4%, el efecto invernadero es más de tres veces superior al producido al quemar carbón".
Por último se remataba el texto, en el colmo de las falacias, con el argumento marxista -de los hermanos Marx- de que el gas va a "facilitar la expansión de los ve-hículos eléctricos", ya que su mantenimiento sería mucho menor "según expertos en la materia". Ja, ja, ja.
Ahora resulta, según este reportaje del domingo pasado, en el que alude en varias ocasiones a expertos, anónimos e invisibles, volátiles como el gas, que hasta los tomates los vamos a cultivar con gas.
No se habla para nada de que su caducidad es equivalente a la del fuel; que su distribución está en manos de un cártel peligroso controlado por Rusia (Gazprom) y Argelia (Sonatrach) que lo ha utilizado y lo seguirá utilizando como arma geoestratégica.
Derek Broker advierte, de manera tajante, que la construcción de más plantas de gas no es la solución que necesita Europa y anuncia una enorme escasez de gas en este continente a la vuelta de la esquina.
Jeremy Rifkin nos dijo recientemente que "los combustibles fósiles son energías de élite ancladas en el pasado, escasas, centralizadas sólo en algunos lugares y requieren enormes inversiones para garantizar su seguridad".
Michael Hanemann, creador de la teoría económica del medio ambiente, sostiene que "el uso del gas natural licuado no está dentro de la filosofía de las medidas para frenar el cambio climático".
Y podría seguir citando a científicos y especialistas hasta el infinito, pero me paro y les traslado a ustedes algunas reflexiones. El gas no es más barato; le queda más o menos un tiempo de vida como el del petróleo; no existen ni garantías ni fiabilidad en el suministro; es uno de los mayores causantes del calentamiento global... ¿Dónde está entonces su bonanza, más allá de proporcionar un negocio a unos empresarios a los que se pretendió dar una salida al desinfle de la burbuja inmobiliaria ofertándoles a dedo la posibilidad de introducir y gestionar el gas en Canarias?
¿Por qué no abrimos un debate serio, riguroso, transparente y democrático para explicar a la sociedad canaria la razón por la que estamos a la cola de la producción de energías renovables, apenas un 3% frente a casi un 30% de la media de España o un 70% de Navarra? Además de por las razones de peso de la corrupción, la inacción, la dejadez y la irresponsabilidad, ¿existen otros motivos? ¿Qué se está haciendo para propiciar la eficiencia y el ahorro energético, sin duda la auténtica revolución energética del futuro?
Y podríamos seguir y seguir hablando de todo esto durante mucho tiempo y espacio, pero quiero terminar con una pregunta sencilla, muy simple, ingenua si quieren: ¿por qué no instalan la planta, si tanto quieren el gas, si tanto hace falta, a 10 ó 15 kilómetros de la costa como hace Endesa en Livorno, Italia? ¿Acaso porque entonces no hay negocio para la pata constructora de Gascan?
En fin. Pura Bananaria. Tal vez sea lo que nos merecemos. Tal vez sean residuos del bulevar de los sueños rotos de un país imposible.
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