Andrés Santana Delgado
Todos los días, la sociedad Gran Canaria se desayuna con una nueva historia de corrupción o despotismo protagonizada por su clase política, pero su tibia reacción ante esa barbaridad da a entender que su conciencia ha sido infectada por un virus que le induce a contemplar estas movidas con ese aire de cobarde y aplatanada resignación que nos define.
Si yo les adelanto ahora mi intención de hablarles del Castillo del Romeral, muchos abandonaran la lectura de este artículo alegando cansancio o aburrimiento por lo manido del tema. Y así exasperados, intentaran dar carpetazo a un asunto que su profundo interior les advierte que puede resultarles doloroso y vergonzante.
Pero no se preocupen, no voy a recordarles la agonía de un pueblo traicionado por su Ayuntamiento y por sus propios hermanos, ni tampoco trasladarles el desespero de unos canariones que se enfrentaron solos a todo un Estado en defensa de su dignidad, y mucho menos pedirles que no se olviden de aquellos padres que vieron como un ejercito de sombras negras arremetían violentamente contra sus hijos en uno de los episodios más indecentes vividos en la reciente historia de Gran Canaria, sin que ningún canarión se acercara siquiera a restañar sus heridas.
No voy a hablarles de nada de eso porque el Castillo ya no representa ninguna molestia para el acomodaticio pueblo gran canario, pues victima de una sibilina gestión de los representantes del Gobierno Español, le fue cortada la garganta acallando esas voces canarias que no interesaban ser oídas.
A ese pueblecito de pescadores se le ha impuesto por ley una hipoteca económica imposible de asumir por un colectivo conformado en su mayor parte por pensionistas que apenas alcanzan los 500 euros mensuales para subsistir.
Una avalancha de multas incoadas acusándonos de manifestarnos sin permiso en los terrenos de la futura macro cárcel (horripilante delito), ha convertido a los castilleros en ciudadanos que viven bajo un reinado del terror que se pone de manifiesto a poco que nos signifiquemos en algún acto reivindicativo que cuestione el despotismo de la Delegación de Gobierno.
Un movimiento en falso, cualquier critica al poder es rápidamente contestada con la emisión de nuevas multas, castigando un delito supuestamente efectuado durante los meses de junio y julio del pasado año. Algunos vecinos tienen tantas, que nunca podrán satisfacer su cuantía, pero aún así todavía les siguen llegando. Han llegado a multarnos hasta por participar en manifestaciones autorizadas, alegando que el transcurso de las mismas, alguien cruzó una calle. ¡Tremendo delito!
Estas sanciones nunca se resuelven, ni lo harán mientras no se termine la construcción de la cárcel. Solo entonces es posible que la generosidad nuestros mandamases reconozcan la improcedencia de la medida o derramen su excelso perdón sobre esta insolente pandilla de villanos.
Ahora nos amenaza una nueva desgracia, la instalación de una terrorífica regasificadora, que cual jinete del Apocalipsis expulsado de la Mancomunidad del Sureste cabalga decidido hacia las inmediaciones de nuestro pueblo.
Después de condenarles a la más absoluta de las soledades, el pueblo canarión no puede pretender que el Castillo siga embarcado en la lucha por defender a una sociedad tan timorata e insolidaria.
Ni siquiera la valentía y solidaridad mostrada por el pueblo tinerfeño en el caso del Puerto de Granadilla que les plantea el mismo problema de la regasificadora, mueve las conciencias o el orgullo de la Sociedad canariona.
No obstante, vengo observando en los distintos foros de opinión que cada vez somos más los espíritus inquietos que nos negamos a admitir esta humillante situación, pero la faltas de referentes donde encauzar nuestro enojo nos hace vagabundear de uno a otro comentario malgastando nuestra justa pero inútil queja.
Yo quisiera hacerles una propuesta como principio que consolide una necesaria unión que nos permita luchar para evitar el expolio y la destrucción de nuestra tierra.
Que cada uno de los que realmente acaricien el deseo de participar en una verdadera cruzada en defensa de Gran Canaria, manden un euro, un solo euro a los responsables del Consejo Abierto de Vecinos del Castillo del Romeral.
Ese dinero nunca llegará a cubrir la desorbitada cantidad que se adeuda por las multas acumuladas, pero será una forma romántica de expresar nuestro reconocimiento a su esfuerzo y de rebote, una crítica a los manejos de toda esta pandilla de abusadores.
Cada euro será un canarión más dispuesto a luchar por su Isla y quién sabe si no estamos inventando una curiosa forma de iniciar el movimiento de repulsa definitivo hacia esta clase política que no aman a su tierra y mucho menos a sus hermanos.
Si no un euro, una postal, un cromo, una carta, algo que permita que mi pueblo pueda recuperar su sonrisa de alegría cuando constate que no está solo y que ya nunca lo estará.
Se lo deben. Nos lo deben.
(El número de cuenta del CAV, de La Caixa, está en el Blog, en el menú al lado derecho en un banner de colón marrón.)
domingo, 5 de abril de 2009
UN EURO POR TU CONCIENCIA.
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