JESÚS RUIZ MESA
8 de octubre de 2009
8 de octubre de 2009
El autor del artículo, vivió su niñez en Gran Canaria, pero por razones de trabajo se trasladó a Madrid donde residió por 35 años. Actualmente es prejubilado de la Compañía Iberia donde desempeñaba funciones de Tripulante de Cabina de Pasajeros y Sobrecargo. Escribe artículos para diversos diarios digitales y es aficionado a la fotografia desde hace muchos años. Colabora también con Centros y Círculos Culturales, Concejalías de Cultura, Asociaciones, Museos, etc.
Después de viajar por todo el mundo afirma de nuestra tierra que “estamos en un entorno geográfico muy importante, y las consecuencias volcánicas de nuestra geología son únicas en el mundo. En países muy cultos, más civilizados que el nuestro, estas zonas, aparte de considerarse muy protegidas, son motivos de constantes estudios, por parte de Instituciones, Ciudadanos y Centros Educativos.”Por ello onsidera muy importante difundir y dar conocer nuestros valores paisajísticos y naturales.
Después de viajar por todo el mundo afirma de nuestra tierra que “estamos en un entorno geográfico muy importante, y las consecuencias volcánicas de nuestra geología son únicas en el mundo. En países muy cultos, más civilizados que el nuestro, estas zonas, aparte de considerarse muy protegidas, son motivos de constantes estudios, por parte de Instituciones, Ciudadanos y Centros Educativos.”Por ello onsidera muy importante difundir y dar conocer nuestros valores paisajísticos y naturales.

Me fui al Castillo del Romeral por una extraña y curiosa atracción hacia estos litorales, en compañía de mi cuñado Chano, un sabedor de mareas, un experto, conocedor y aficionado de toda la vida de los fondos marinos, veriles, pesqueros, un apasionado como buen isleño a este milenario arte de la pesca, el eterno pescador que en silencio, otea la línea de costa, el estado de la mar y por supuesto busca las mis

Una llamada, una querencia marina, un ser extraño me atraía, y dejando a su suerte a mi pariente con sus aparejos de pesca, descubro una gran extensión verde, una zona intermareal, que me llama poderosamente la atención situada entre la línea marina

Me perdí entre aquellos matorrales sin pensar en la sorpresa que me iba a deparar la presencia de este escondido paraje. Por un camino angosto, de piedras, de polvo, de huecos producidos por las rodaduras y huellas de otros neumáticos, llego a un área que me deja atónito por la repentina aparición del saladar que me rodea, desde mi ángulo y posición hago un alto para situarme mejor y poder captar imágenes con más comodidad, la mezcla de maleza, vegetación autóctona y arbusto, que casi me cubre hasta la cintura, esconde un laberinto de canales cubiertos de blanco y crujiente salitre, en pequeñas hoyas que recientemente el agua de mar había inundado, ocupando con inundaciones de agua salada, la superficie que bajo la multicolor vegetación costera, se extiende entre charcos con sedimentos de tierra, lodo, arenas, callaos y limos dispersos , a veces bien visibles a pesar de ser aguas estancadas.

Llego a un lugar inhóspito, con un particular encanto propio del medio natural q


El mar que al cambio de marea ya dejaba ver cómo por sus pequeñas rías entre las piedras, penetraba lentamente y llenaba las lagunas interiores, dando un aspecto de limpieza, renovación de aguas estancadas durante el tiempo de la pleamar, discurría como si afluentes del mismo

En medio de la laguna formada con los aportes de agua salada que por la orilla pétrea penetra e inunda todo el saladar costero, unas aves, las llamadas costeras, unas veces estáticas, posadas sobre el bajo acantilado, otras revolotean y planean de un lado a otro de los bordes de la extensa charca, sobrevolando en sus idas y venidas en vuelo rasante el plano de agua de la línea de playa, sorteando olas, la gaviota parda, el correlimos común, la garceta común, la garceta real, el

El trinar, revolotear y piar de las aves acuáticas rompe intermitente el silencio de la atmósfe



Me he sentido como si fuera el último eslabón de la escala evolutiva de la naturaleza, en el último segundo, del último minuto, de la última hora de una tranquila jornada, sosegada, con nubes entre las que se colaban los fotones de un sol que caía hacía el oeste en el crepúsculo, a lo lejos pintaban de rojo las paredes y roques, altares de las deidades aborígenes, que entre los barrancos asomaban como si no quisieran perderse en la noche anunciada, duerme el saladar la noche de los tiempos, aún respira, está vivo.

*Esta zona está considerada como Espacio Natural Protegido, declarado LIC por la Comisión Europea, aérea que comprende todo el saladar ubicado en Juncalillo del Sur al lado de El Castillo del Romeral, con salinas del siglo XVIII ya afectadas. Son zonas declaradas IBA (Important Bird Area), para la Organización internacional SEO Bird Life.
RESPETEMOS Y CUIDEMOS NUESTROS ESPACIOS NATURALES ES NUESTRA RESPONSABILIDAD
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